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Racing – Independiente: se viene el primer clásico de Avellaneda de la historia del fútbol femenino profesional

Cuando la historia del fútbol femenino en la Argentina sea más larga y se escriba, se hablará del sábado 23 de noviembre de 2019. Y se dirá que ese día, a las 17, se jugó el primer clásico de Avellaneda entre equipos profesionales, por la novena fecha del campeonato de Primera División.

Así de importante es lo que se viene para Florencia Romero, Eugenia Nardone, Laura Sampedro y Maylis Gissi, futbolistas de Racing e Independiente que charlaron con Clarín para empezar a vivir un partido que no será uno más.

Cuando se sortea el fixture, una siempre se fija en qué fecha cae el clásico, Nos fuimos preparando y ahora llegó el día, finalmente. Tenemos mucha ansiedad por estar en la cancha y que sea con una rivalidad sana. Que ganen las mejores”, expresa Laura Sampedro, que ya hizo historia el domingo cuando, con una chilena espectacular, abrió el marcador del primer partido que las chicas de Independiente jugaron en el Libertadores de América.

Del otro lado, Florencia Romero, capitana académica, también lo asume como algo especial: “El clásico es un partido aparte. Lo tenés que dejar todo. Esos partidos se ganan”.

La profesionalización del fútbol femenino en la Argentina todavía no cumplió tres meses. Medió un pedido de la Conmebol, la exigencia para todos los clubes de tener plantel femenino -requisito para jugar las copas Libertadores y Sudamericana- y, más que nada, la batalla colectiva dada por las futbolistas.

Llegar no fue gratis. Ellas pagaron caro el recorrido de ser mujeres y jugar al fútbol. “Yo arranqué a jugar a los 11 años en una escuelita porque en Rosario, en aquel entonces no había clubes para nosotras. Cuando quedé en la selección Argentina tuve que empezar a jugar en cancha de 11 y encontré un club (Social Lux) que en 2014 tenía fútbol femenino”, cuenta Eugenia Nardone, la santafesina defensora de Racing.

Los prejuicios ajenos invaden cada tramo del relato y se repiten como un mantra por cada una de ellas.

Al hablar con tus compañeras te das cuenta: lo que te pasaba a vos también le pasaba al resto”, destaca Romero. Maylis Gissi -número 9 del Rojo, hija y hermana de hombres futbolistas- lo refleja con vivencias personales: “Antes me daba vergüenza decir que jugaba. Y, tal vez, en un partido con hombres se hacían diferencias, algo que pasa hoy en día también, esto de que si vas a jugar con hombres y les ganás o les metés un caño todo el mundo los carga. Es una forma de discriminación. Si ellos nos hacen un caño está bien, es normal, pero al revés no”.

Por más que ahora sean profesionales, la brecha con el mundo masculino es evidente. “Esto es algo inicial, porque no se puede llevar a cabo una vida profesional con 17.000 pesos por mes. Es un mundo totalmente distinto (al de los hombres): la comida, perder horas laborales… Dejamos parte de nuestro trabajo para venir a jugar. Yo ya lo hacía también cuando no me pagaban. Ahora, está bien, es una ayuda. Pero no hace mucho tiempo atrás las chicas pagábamos cuotas para jugar”, relata Sampedro, que da clases de fútbol femenino en La Plata, su ciudad natal.

Romero refuerza la idea: “Se hizo algo semiprofesional. Porque no somos profesionales. No podemos vivir de los contratos y ni siquiera todas lo tienen”.

Otra diferencia: el sábado se cruzarán en el predio Tita Mattiussi. El Cilindro por ahora tendrá que esperar. Igual será un momento que marcará un antes y un después para los dos grandes de Avellaneda.

Más allá de los colores, entre las de Racing y las de Independiente hay buena onda y camaradería. Pero no deja de ser un clásico.

“Estamos bien. Al principio del torneo nos costó un poco porque éramos casi todas nuevas. Pero venimos jugando cada vez mejor, llegamos en un buen momento al sábado”, advierte Gissi.

Somos equipos muy parejos. En individualidades puede ser que nosotras estamos un poquito mejor”, cree Nardone.

Para todas será una prueba. Y ya es un logro. Como dice la canción: tarda en llegar y al final hay recompensa. NR