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Para estar flaco, hay que dormir más y vivir cerca del trabajo

Descubren nuevas causas del sobrepeso. Dos investigaciones en EE.UU. confirman la relación entre estos factores y los kilos de más. Provocan cambios en los procesos metabólicos. Los expertos locales recomiendan combatir el sedentarismo.


La obesidad y el sobrepeso siempre se asociaron principalmente a dos factores: la carga genética y la alimentación. Pero dos nuevos estudios confirman su relación con otras causas, como la mala calidad del sueño y las largas distancias que se recorren para ir a trabajar.

La investigación sobre el sueño, conducida por Orfeu Buxton, neurobiólogo de la Escuela de Medicina de Harvard, se publicó en la revista Science Translational Medicine. ¿Por qué dormir mal y poco engorda? Algunas respuestas se desprenden de la lógica: el cansancio sabotea la actividad física, y alienta malas decisiones a la hora de comer. Pero la investigación demostró que dormir poco en forma habitual reduce la secreción de insulina y aumenta los niveles de glucosa en sangre, por lo que también incrementaría el riesgo de padecer diabetes. El mal descanso conduce al sobrepeso “a través de varios mecanismos, entre los que se destacan cambios en la tasa metabólica, aumento en el nivel de hambre y mayor consumo de alimentos”, explicó Buxton vía e-mail a Clarín . Los voluntarios del estudio durmieron 5,6 horas diarias durante tres semanas y registraron una reducción del 8% en la capacidad de quemar calorías, lo que se traduciría en una suba de 4,5 kilos anuales. Los especialistas locales avalan esta línea de investigación. “El sueño insuficiente aumenta la grelina y disminuye la leptina, dos hormonas que regulan el apetito –señala Mirta Averbuch, directora del instituto Somnos Medicina del Sueño–. La grelina aumenta el hambre y favorece el depósito de grasa. Y la leptina disminuye el apetito y aumenta el gasto metabólico”. Sin embargo, no por dormir mucho se adelgaza.Lo que demuestran estas investigaciones es que “al igual que con la dieta y la actividad física, los cambios leves pero sostenidos en las horas de sueño podrían tener un efecto clínico significativo sobre el peso”, explica Averbuch. Claro que con el estilo de vida actual cada vez hay menos tiempo para el descanso. Hoy una persona “duerme en promedio seis horas por noche, dos menos que hace 50 años, y esto se paga con un costo altísimo en la salud”, afirma Averbuch.

El otro estudio, de especialistas de la Universidad de Washington y publicado en el American Journal of Preventive Medicine, analizó cómo favorece el exceso de peso vivir lejos del lugar de trabajo. Probaron que quienes viajaban más de 16 km. al trabajo (distancia equivalente a ir de Versalles a La Boca) tenían presión arterial alta, mientras que los que recorrían más de 24 km. (como llegar a Capital desde Castelar o Victoria) además quemaban menos calorías, pesaban más y hacían menos ejercicio. La clave parece estar en el tiempo en que se pasa sentado. “Baja la actividad de la enzima lipoproteína lipasa, necesaria para el consumo de triglicéridos y la glucosa, y para la producción del colesterol ‘bueno’”, explica Fernando Laíño, profesor de Educación Física que viene investigando cómo quienes viven en áreas suburbanas son más propensos al sobrepeso.

Si bien pasar dos horas diarias o más viajando en auto o transporte público disminuye el tiempo para realizar actividad física, esta no es la única variable a tener en cuenta. La OMS siempre recomendó a los adultos que dediquen como mínimo 150 minutos semanales a la actividad física, pero un estudio publicado en el European Heart Journal comprobó que los efectos negativos del sedentarismo incluso se evidenciaban en quienes seguían esta recomendación. ¿El motivo? Pasaban gran parte del día sentados. Por eso los expertos coinciden en señalar la importancia de realizar pequeñas pausas activas a lo largo del día para disminuir la cantidad de tiempo en la que se permanece sedentario. Claudio Santa María, médico y rector del Instituto Superior de Ciencias de la Salud, recomienda “levantarse cinco minutos al menos cada dos horas. En la oficina, desplazarse al escritorio del compañero para hablar en lugar de llamarlo por teléfono o poner la impresora lejos para levantarse a buscar una copia”.

Para nuestros ancestros, el sedentarismo no era un problema. “El ser humano nació para moverse, se desarrolló y evolucionó moviéndose, pero ahora nos hemos adaptado a una vida sedentaria”, explica Edgardo Ridner, presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición. Estamos preparados para cazar nuestra comida con arco y flecha, pero llamamos al delivery para pedir una pizza. Por eso vale la pena incorporar el movimiento a nuestra vida actual.

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