Salud
Por qué un desayuno abundante no garantiza bajar de peso
Científicos del Reino Unido estudiaron a personas con obesidad y no encontraron beneficios relacionados con el horario de las comidas. Qué señalaron los expertos sobre “desayunar como un rey”
Uno de los mitos más difundidos sobre la pérdida de peso y sobre las dietas tiene que ver con el desayuno, un momento del día en el que se suele recomendar una ingesta abundante de alimentos para comer menos durante el día. Sin embargo, este precepto ya no está tan claro: recientemente, un estudio científico llegó a conclusiones que lo contradicen.
Un grupo de científicos de la Universidad de Aberdeen, en el Reino Unido, convocó a 30 personas con problemas de obesidad y de sobrepeso para que llevaran a cabo dos dietas diferentes por un período de 30 días. La primera de ellas tenía una sobrecarga de calorías durante la mañana, mientras que la segunda contaba con un plato fuerte en el momento de la cena.
“No encontramos diferencias ni en la pérdida de peso ni en el gasto energético diario total en relación con el horario de la distribución de calorías”, explicaron en el escrito, publicado en la revista científica Cell.
Es decir que, según estos expertos, consumir más calorías durante el desayuno no se traduce necesariamente en la balanza. Los voluntarios que participaron del estudio perdieron en promedio 3 kilos, un resultado que se observó incluso en aquellos que ingirieron comidas más calóricas en la cena.
“Nuestro estudio refuta trabajos anteriores que infieren que la ingesta de calorías en una determinada hora del día puede influir en el equilibrio energético a través de la adaptación metabólica”, concluyeron los autores. De todas formas, aclararon que no desalientan ninguna dieta en especial.
“El consejo de desayunar como un rey es uno de los muchos mitos sobre cómo perder peso quemando calorías. Sin embargo, tener un desayuno más grande y sustancioso puede hacer que las personas tengan menos hambre durante el resto de la jornada, por lo que sí podrían perder peso de esa manera”, dijo Alexandra Johnstone, una de las investigadoras.
Cuál es la importancia del horario
En cuanto a cómo repartir las calorías en las distintas instancias del día, también es importante poner el foco en los horarios. Meses atrás, el profesor de epidemiología genética en el Imperial College de Londres, Tim Spector, había brindado una charla en el Festival de Ciencias de Cheltenham, en el Reino Unido. Allí, había explicado que, como actualmente la mayoría de las personas suele cenar más tarde en la noche, la primera comida fuerte del día siguiente debería postergarse al menos hasta después de las 11 de la mañana.
Según Spector, actualmente se suele terminar de comer alrededor de las 9 de la noche. Por lo tanto, “un desayuno a las 11 de la mañana es la única forma de lograr 14 horas de ayuno”, un hábito alimentario que, según el experto, es más saludable para el metabolismo y para la pérdida de peso: seguir la estrategia durante unos meses podría ayudar a las personas a perder entre 2 y 5 kilos.
El horario recomendado por el experto puede ser beneficioso e incluso, llegado el caso, puede cambiarse y acercarse al mediodía -convirtiendo al desayuno en un brunch, que es una mezcla con el almuerzo- en aquellos países donde habitualmente se termina de cenar a las 10 de la noche, como ocurre en América Latina.
Se dice que el desayuno es la comida más importante, ya que a partir de esta ingesta se inicia la jornada y es vital, entonces, cargarnos de energías. Bajo esta idea, los alimentos ricos en fibras aparecen como una alternativa importante para mejorar la calidad de la comida matutina. Es que el aporte de las fibras está relacionado con una variedad de beneficios para el organismo, que incluyen la región intestinal, el colesterol bajo y niveles estables de azúcar en la sangre.
El doctor Alberto Cormillot (MN 24.518) explicó que existen dos tipos de fibra. La primera es la soluble, que ayuda a bajar el colesterol y se encuentra presente en la pulpa de frutas; en las hortalizas; en la avena arrollada; en el salvado de avena y el de cebada; en las semillas de lino, de girasol y de sésamo; en las legumbres y en los pseudocereales como la quinoa.
En segundo lugar aparece la fibra insoluble, que colabora en la prevención de enfermedades del aparato digestivo. Esta fibra está presente en el arroz integral, en el salvado de trigo, en los frutos secos y en los tallos y hojas de hortalizas. En ese contexto, el experto aclaró que “todos los alimentos tienen una mezcla de las dos”, que actúan como si fueran un cepillo en el intestino al “barrer las toxinas y el colesterol”.