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La historia de Paloma Giordano, la promesa argentina en esquí acuático que fue abusada a los 15 años por un compañero
Paloma Giordano es una de las jóvenes promesas del deporte argentino. A los 10 años ya demostraba su talento al liderar el ranking mundial juvenil de esquí acuático, pero una dura lesión amenazó con cambiar su destino. Una fractura en el fémur representó su primer golpe mientras desarrollaba una clínica en Orlando, Estados Unidos. «Era la número 1 del mundo y estaba haciendo figuras muy complicadas. Como era muy inmadura para ese nivel, confundí dos figuras y me quebré la pierna», recordó en diálogo con Infobae luego de su participación en los Juegos Panamericanos de Lima.
La platense se repuso de inmediato. Como si se tratara de un filme de Hollywood, volvió a la actividad en tiempo récord. «Estuve cuatro días en el hospital y al quinto ya estaba haciendo trabajos de movilidad con muletas y sillas de ruedas. Me trasladaron en helicóptero como en una película, y cuando se cumplió una semana volví a la Argentina sin que me pongan un yeso. El tamaño de la pierna era el doble de lo habitual, pero al mes y medio ya estaba caminando; y al poco tiempo volví al agua», detalló la adolescente.
Media década más tarde, en 2018, una competencia internacional que aparentaba ser su sueño ideal se convirtió en su peor pesadilla. El contexto que debió transformarse en uno de sus mejores recuerdos por representar al país con solo 15 años se volvió uno de los momentos más duros de su vida. «Sufrí abuso sexual por parte de un integrante del equipo argentino de esquí acuático», le reveló a Infobae con el temor de que aquellas escenas vuelvan a su memoria.
«Fue horrible. La pasé muy mal. Estuve muy deprimida, con abogados y psicólogos. Yo tenía 15 años y él me llevaba el doble de edad. En ese momento se lo conté a mi mamá y a una amiga y se generó un caos», continuó Paloma sobre la peor experiencia que atravesó.
Todavía angustiada por lo sucedido, Giordano siguió con su estremecedor relato: «Empezó a la fuerza y no pude hacer nada. Me agarró, me sentó arriba de él y me empezó a bajar la mano… Tuve miedo porque estaba en un viaje con él y después me juzgaron muchísimo. Pasé muy malos momentos».
El trauma que le ocasionó la violencia sexual fue acompañada por los daños que sufrió de parte de sus colegas. «El mismo equipo me juzgó. Cuando volví estuve con psicólogos. Trabajé con una profesional para no sentirme culpable de lo que había pasado. No quería que nadie se enterara de lo que había pasado, porque pensé que iba a quedar mal con el resto de mis compañeros. Esa persona me hizo creer que si decía algo me iban a odiar. Es muy raro poder explicar lo que viví», afirmó.
Con una voz partida y algunas pausas necesarias para recuperar el aliento, la joven atleta intentó describir lo sucedido. «Estaba en el viaje con él. Esta persona me conoce desde que nací, porque este es un deporte de familia y todos se conocen con todos. Me encontré sola con él y no supe cómo reaccionar. Empezó a la fuerza y no pude hacer nada», reiteró.
El tratamiento con profesionales y la contención familiar fueron factores determinantes para que Paloma descarte la posibilidad de un posible suicidio después de sufrir el violento episodio. «Si hubiese estado sola, habría sido distinto», reconoció la joven de 16 años y aclaró: «Quisiera poder darte detalles, pero todavía no puedo porque hay una investigación en curso».
El vínculo con sus padres le sirvió como apoyo para superar la violencia vivida. También comenzó terapia con una psicóloga que la ayudó mucho en los días posteriores a su regreso al país. Sin embargo, al poco tiempo sufrió una recaída impensada. «Cambié de profesional porque mi psicóloga había quedado embarazada, y con la nueva me fue muy mal. Me decía que yo me creía especial y que seduje a la otra persona. Todo lo que había trabajado hasta ese momento se cayó, porque volví a sentirme responsable», explicó la adolescente.
«Si sentí miedo con personas desconocidas, imaginate cómo me sentí con él, que es alguien que me conoce desde que era chiquita. Ya no me dan fuerzas para confiar en nadie», concluyó.
El acoso constante de las redes sociales
Además de su actividad como deportista, Paloma Giordano también incursionó en el modelaje. La adolescente es una influencer en Instagram y varias compañías le proponen que realice algunas fotos para promocionar sus productos.
«Ahora no le estoy dando mucha bolilla a esa parte. Me gusta sacarme fotos y trato de hacerme un lugarcito cuando me llaman de algunas marcas para hacer campañas, pero ahora no tengo mucho tiempo. Entreno casi todo el día, porque me quiero dedicar exclusivamente al esquí», afirmó la platense antes de reconocer que el deporte que ama es su principal prioridad: «Cuando era más chica empecé con las pasarelas, pero me llevaba mucho tiempo. Ahora prefiero estar en el lago concentrada en el entrenamiento, antes que en un desfile».
Sin embargo, todavía comparte sus dos facetas porque «hay algunas marcas» que le regalan «bikinis y lencería para promocionarlas en las redes». Fotos que después de un tiempo se ve obligada a eliminar por el constante acoso que sufre por parte de algunos usuarios.
Con más de 52 mil seguidores, Paloma es una figura de Instagram. «No tengo idea cómo me empezó a seguir tanta gente. Siento que la mayoría me da un apoyo enorme cuando voy a las competiciones. Eso me hace muy bien», dijo en diálogo con Infobae.
Pero la popularidad de la que disfruta en la red social también tiene un lado oscuro de hostigamiento y acoso. «Hace un tiempo me llegaron fotos de chicos desagradables. Me hacen pasar un mal momento porque es horrible recibir esas cosas. Los termino bloqueando y a veces también publico lo que me mandan para que no lo vuelvan a hacer», explicó Giordano.
«Una vez un chico me había agregado en Facebook y me empezó a mandar mensajes para que nos veamos. Como yo le decía que no y él insistía, lo terminé bloqueando. Pero después empezó a crearse otras cuentas falsas para decirme que me iba a ir a buscar al colegio, que tenía la dirección de mi casa… cosas así que de no ser por la unión que mantengo con mis papás no hubiera sabido cómo reaccionar», recordó Paloma.
«Tenía miedo de ir al colegio, hasta que mis papás averiguaron el teléfono de los padres de esa persona. Por suerte, después de que se contactaron desapareció, pero fue un momento horrible».
A pesar de superar el caso más extremo de su acosador, la adolescente sigue recibiendo mensajes atemorizantes. «Últimamente me estuve manejando en micro y muchas veces me escribieron diciendo que me habían visto en la parada. Saben qué días me tomo el colectivo, en qué calle lo tomo y dónde vivo. Me da miedo que sepan cada paso que doy», detalló la adolescente.
«Mis papás están todo el tiempo a mi lado. Yo quiero manejarme un poco sola, pero mi mamá tiene abiertas todas mis redes en su celular, y cuando ve un mensaje desubicado también se asusta. Un montón de veces me pide que no me tome el micro, porque prefiere llevarme ella. Hay gente que me escribe preguntándome por qué no me lo tomé. Es horrible», completó.
El bullying en su infancia
Además de sus proyectos en el deporte y la moda, Paloma Giordano también debe cumplir con las obligaciones propias que tiene una adolescente de su edad. La finalización del colegio secundario es uno de sus objetivos más próximos, aunque en el período escolar también haya sufrido otra forma de violencia.
«Fui al Lincoln (de La Plata) hasta primer año, donde mis compañeras siempre me hicieron bullying«, recordó la atleta en diálogo con Infobae, sin omitir algunas agresiones que se remitieron al dolor que atravesó en el pasado: «Cuando tenía 7 años armaban pijamas partys y en la mitad de la fiesta me decían que me tenía que ir. Las chicas me amenazaban, me pegaban patadas en el patio, me insultaban… y yo no había hecho nada»…
Sus días en la Calle 6 (entre 41 y 42) no fueron los más felices. «Eran las más grandes las que no me querían: las de quinto año. Mis papás fueron a hablar un montón de veces con el director, y si bien la cosa se calmaba un poco, me seguían diciendo cosas por las redes sociales y continuaban con las amenazas», explicó Paloma, quien debió cambiar de colegio por el destrato que recibió por parte de las alumnas.
Con la ilusión de encontrar su lugar en el mundo, se anotó en el Centenario, donde permaneció hasta tercer año. «Ahí empecé bien, siendo amiga de muchas chicas, pero un día comenzaron a dejarme de lado y cada vez que iba al baño me decían cosas horribles», describió.
«Morite», «Me molesta tu existencia», «Ojalá te mueras» o «Te voy a cagar a palos», recuerda que eran algunas frases amenazantes que recibía de sus compañeras. «La verdad es que no quería ir al colegio. En los recreos me quedaba hablando con los preceptores o con mi mamá por WhatsApp», confesó.
«Si no hubiera tenido el apoyo de mis papás, habría terminado mal. A esa edad no la pasás bien. Lloraba porque no quería salir de casa. Fueron momentos horribles que pude superar», reconoció.
Su salida se produjo de inmediato y cuarto año lo hizo a la distancia gracias al sistema del Enard. Para su fortuna, aquellas agresiones quedaron en el pasado y en la actualidad comparte constantes aventuras con el equipo de esquí acuático que viajó a Lima y sus nuevos compañeros del Normal 3. «Ahí puedo ser yo misma, cosa que nunca me había pasado en los colegios anteriores», afirmó la platense.
La lucha constante y la superación están en su ADN. Con 16 años, Paloma Giordano es una de las talentosas deportistas argentinas que prometen grandes resultados en el futuro. Su participación en los Juegos Panamericanos de Perú fue una muestra de la dedicación y sacrificio que hay en su trabajo. A pesar de haber sido víctima de las distintas formas de violencia, ella siempre se mantuvo fuerte gracias a la contención familiar. Tal vez sea el momento de que todos empecemos a cuidarla. NR
Fuente consultada: infobae