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Tiendas de bicis ‘vintage’ en Boston

La ciudad de Boston invita a pedalear sobre dos ruedas. Estos días, es habitual cruzarse con ciclistas que retan las bajas temperaturas a piñón fijo.

La ciudad de Boston invita a pedalear sobre dos ruedas. Estos días, es habitual cruzarse con ciclistas que retan las bajas temperaturas a piñón fijo. Estudiantes, investigadores, científicos, profesores o nerds optan por este medio de transporte para desplazarse. Boston es relativamente llana y cuenta con numerosos carriles bici que son una atracción para prescindir de un servicio de metro vetusto con vagones como cafeteras. Además, existe un servicio de bicicletas repartido por toda la ciudad bastante accesible para turistas. Uno se puede dar de alta para un día, tres o todo el año. Si el tiempo acompaña, es altamente recomendable.

¡Pero ojo con los coches! Los conductores se consideran los dueños de la calle, se abren paso a bocinazo limpio y digamos que suelen tener un limitado concepto de la separación entre bici y coche. Y si le sumamos que aquí es legal hablar por el móvilestando al volante, poco que añadir. Además, por la mañana, muchos conductores manejan el auto vaso XXL de café en mano. Dada su fama al volante, la jerga popular los tilda de Massholes (Massachusetts + asshole (estúpido). En definitiva, uno da fe que puede pedalear sin mayores problemas, siempre y cuando asuma que el coche más cercano es capaz del movimiento más inesperado.

Que Boston es una ciudad bike-friendly se palpa en la cantidad de tiendas dedicadas a las dos ruedas. La mayoría de ellas cuenta con taller en el que uno –si no es muy diestro– puede salvar un pinchazo por 15 dólares o regalarse una puesta a punto en función de las tarifas de mercado. Además, todas ellas cuentan con accesorios para moverse por la ciudad con mayor facilidad: luces –alguno exagera y se cree piloto del Atlantis–, cascos, cestos, alforjas y lo que haga falta para sentirse seguro a golpe de pedal.

Y la ciudad cuenta con un atractivo mercado de segunda mano que la hace bastante particular. Para los que vayan a pasar una temporada en la ciudad, el portal de anuncios Craigslist es la solución para comprare una bici. Esta web pone al alcance del usuario bicis de segunda mano con precios incluso por debajo de los 100 dólares.

Para los más que aficionados, una visita a la tienda Menotomy de Cambridge es más que grata. Queda a unos 10 minutos a pie del Museo de la Ciencia de Boston o a nada de la estación de metro de Lechmere (línea verde). O se puede ir en bici, claro. La tienda está en los bajos de un edificio antiguo de varias plantas, el Cambridge Antique Market, que hace las veces de mercado de segunda mano. Paseando por el lugar, uno puede adquirir una lámpara Tiffany, tazas de té de la época victoriana o una silla modelo Luis XV.

Pero vayamos a las bicis. Ya en el sótano, en Menotomy, uno encontrará más de un centenar de bicis a precios que van de 200 a 300 dólares. Todas ellas son bicis usadas que han sido puestas a punto por las manos de Vinnie, propietario del local, o Jessie, una de sus amables mecánicas.

Vinnie es un apasionado de la bicicleta y ha trabajado con ellas desde hace 50 años. Ya de pequeño, en los años 60, empezó reparando bicis en su vecindario, nos cuenta. Y no fue hasta que Internet se popularizó que decidió abrir una web de venta de bicisvintage y sus accesorios. Posteriormente, en 2008, montó una versión física de la tienda. Lo que es hoy en día Menotomy.

Le pregunto por su fijación por trabajar única y exclusivamente con bicicletas de segunda mano. Me dice que “hay bicis tan fantásticas en los sótanos y garajes de cualquier casa que, si eres un usuario normal, no existe razón alguna para fabricar o comprarse una nueva”. Y lamenta la gente que se gasta un dineral en una bici nueva “la usa dos veces y no la toca en 20 años; o lo mismo en caso de pinchazo”. En definitiva, “son tantas las bicis de más de 10 o 20 años perdidas por ahí, que con tan solo una puesta a punto funcionan como nuevas”.

No le falta razón, entre hileras de bicis híbridas, vintage y roadies, uno puede encontrarse reliquias de marca –Nishiki, Columbia Sports 3 o Rudge– que lucen como nuevas y nos sumergen en épocas pasadas como aquellos maravillosos años 60 deAmerican Graffiti.

Pero esta no es la única tienda que da vida a bicis usadas en la zona de Boston y aledaños. En Davis Square (Sommerville) –lugar a considerar para algo de marcha nocturna– existe otra tienda de similares características. Es la Bikeboom, y sus responsables restauran bicis antiguas, hacen reparaciones, puestas a punto y venden género nuevo.

Roy es el dueño del local; él también empezó por afición, placer y la diversión de reparar bicicletas de amistades. Poco a poco, la cosa fue creciendo hasta que montó este pequeño local. El resultado de la puesta a punto y la restauración dejan a uno boquiabierto. Algunas de las bicis restauradas de finales de los ochenta no tienen nada que envidiar a otra recién salida de la fábrica. Y ganan en precio y en encanto. En  su blog, se recogen sus últimas creaciones.

Sorprende que haya tanto interés por las bicis antiguas en la ciudad. A eso, Roy responde que “hay mucha gente que sabe que tampoco necesita un Ferrari o un Mercedes para ir al trabajo o pasear por la ciudad”; y más aún “cuando, a menudo, las tiendas tradicionales ofrecen un material que resulta poco accesible” para el aficionado. Por último, Roy nos da un empuje para pedalear por la ciudad sin miedo: “Siempre puede haber algún imprevisto, pero la gente también tiene que saber pasear por donde le toca”.

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