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Remar contra el cáncer de mama: la asociación Rosas del Plata cumplió el sueño de tener su propio bote
Luego de pelearla por cuatro años, un grupo de 35 mujeres puede por fin entrenar en su propio bote. Ellas no son deportistas comunes: la condición primordial para pertenecer a Rosas del Plata, el nombre de la Asociación Civil, es haber pasado por un cáncer de mama. Reman porque la actividad les brinda un plus en el tratamiento relacionado con secuelas que dejan algunas prácticas oncológicas.
La embarcación que se presentó este sábado en el Buenos Aires Rowing Club de Tigre es un Bote Dragón, fabricado en China. Según Clarín, se trata de un navío tripulado por un timonel a popa, un tamborillero en proa y cinco remeras a cada lado que siguen el ritmo del tambor. El bote se llama Reina del Plata y el club de Tigre lo guarda sin cargo.
La actividad del remo es beneficiosa porque «es una especie de drenaje linfático natural», explica Matilde Yahni, fundadora y capitana de Rosas del Plata. Sucede que cuando a las pacientes se les extrae los ganglios linfáticos, el brazo suele hincharse. El deporte logra desinflamar la zona.
Para llegar al bote las mujeres de Rosas del Plata recorrieron un largo camino. La embarcación no se fabrica en la Argentina e importarla cuesta unos US$ 9.000 si se suman los gastos burocráticos. Conseguir la cifra milagrosa fue un logro al que llegaron con rifas y donaciones. También se animaron a participar del programa «Quién quiere ser millonario«, donde ganaron $ 180.000.
Pero uno de los lugares donde más lograron recaudar fue en Florencia, Italia, cuando en julio del año pasado participaron de un encuentro de IBCPC, la sigla, en inglés, de la Comisión Internacional de Remadoras contra el Cáncer de Mama. Se animaron a ir sin bote y, a pesar de su inexperiencia, salieron segundas en una categoría con un bote prestado. Esto les valió la admiración del resto de las participantes, unas 5.000 mujeres. Al encuentro fueron con unos llaveros con su logo y lograron venderlos todos, con lo que casi completaron lo necesario para la hazaña.
La ceremonia de botadura realizada este sábado tuvo varios momentos emotivos. Es que además de poner el bote en el agua, también se le pintó los ojos al dragón de madera que se colocó en la proa. La parte más sensible fue cuando se descubrieron dos «escamas» con los nombres Marcela y Karina, dos mujeres que fallecieron y ahora «reman desde el cielo«, dice Matilde.
«Nunca había remado en mi vida», cuenta a Clarín Laura Renart, otra de las integrantes de Rosas del Plata. Conoció a Matilde en un trabajo y se reencontró con ella 30 años después cuando en Facebook convocaban a mujeres que habían pasado por un cáncer de mama para ser parte del equipo de Bote Dragón.
«El cambio es más emocional y mental que otra cosa. Se liberan endorfinas y estás de mejor humor. Tenés un objetivo y querés ponerte fuerte para poder remar», explica Laura. Y agrega: «Somos un grupo de deporte y salud. No somos un grupo de autoayuda ni de introspección. Durante el entrenamiento estamos para remar».
Rosas del Plata tiene un integrante masculino que se ganó su lugar gracias a su experiencia oriental. Se trata del periodista Diego Laje, que vivió 12 años en Hong Kong y que fue corresponsal de la CNN. En el extremo Oriente Laje conoció los secretos del Bote Dragón, lo practicó y se hizo fanático, tanto que se convirtió en entrenador.
«Lo que más me impresiona es la garra que tienen, se bancan todo. Transmiten una alegría enorme y no quieren que sean condescendientes con ellas», cuenta Laje. Y revela que las integrantes del equipo «llegan tímidas y a las pocas semanas ya se plantan con una gran seguridad».
Además de Rosas del Plata hay otros grupos en el país que combinan terapias contra el cáncer y remo en Botes Dragón. Algunos de ellos son Amazonas, de Córdoba; Chicas Pink; Santa Fe; Dragones Rosas y Remeras rosas, La Plata; Poderosa, Rosas del Limay y Rosa Fénix, Neuquén y Nahuel Rosa, Río Negro.
Los inicios, en Canadá
En 1996, el doctor Donald McKenzie (especialista en medicina del deporte, de la Universidad de British Columbia de Vancouver, Canadá) formó el primer grupo experimental de remo compuesto por mujeres operadas de cáncer de mama.
Optó por el Bote Dragón porque la palada en estas embarcaciones requiere de un ejercicio grupal repetitivo, muy exigente, que desarrolla además un espíritu de equipo, armonía y confianza.
Demostró que el entrenamiento continuo y progresivo de torso y brazos ayuda a evitar la generación de linfedema, un efecto secundario muy común en pacientes operados con vaciamiento axilar. NR