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Motivación en el Deporte
¿Por qué algunas personas practican deportes y otras no? ¿Que necesidades de la persona pueden satisfacer los deportes? ¿Por que algunas personas practican deportes individuales y otras grupales?. ¿Que es lo que lleva a deportistas a “sacrificar” su tiempo de ocio en aras del entrenamiento y exponerse a posible daños físicos derivados de esta misma práctica?
Muchas podrían ser las respuestas a estos conceptos habitualmente conocidos como necesidades, ambiciones, instintos, impulsos, tendencias. Desde la Psicología del Deporte son específicamente agrupadas bajo el nombre de Motivación.
Desde una perspectiva psicoanalítica podría entenderse a la motivación de una persona como una característica que emerge en el yo, pero en realidad nace en lo más interno que poseemos que en está ciencia es denominado” lo inconsciente “, el reservorio dinámico de toda nuestra historia y sobre todo de nuestros impulsos o tendencias, que habitualmente son agrupadas bajo el nombre de “lo instintual “. En forma global, Freud, por último los ha denominado Instintos de Vida (Eros) e Instintos de Muerte (Thanatos).
El instinto nacerá en el cuerpo el que le servirá de soporte biológico y tendrá su representación en la estructura inconsciente. Poseerá una acentuada tendencia a ser satisfecho e intentará “realizarse” de muchas formas recurriendo a los denominados “productos del inconsciente”, tales son: el sueño, la fantasía, el chiste, los actos fallidos, los síntomas y por la vía de la sublimación, la obra de arte.
Esta tendencia a su satisfacción llevará la impronta de su perentoriedad, su obligatoriedad de encontrar un objeto con el que lograr la descarga energética que posee. Los objetos podrán ser diferentes y al mismo tiempo muchos, pero todos tendrán que poseer en común el hecho de que sean apropiados.
De este modo, es posible observar en el instinto los cuatro componentes siguientes: el soma (el cuerpo humano) que es su fuente, su perentoriedad dada por su energía a ser descargada para nivelar la tensión existente, lo que lo llevará a buscar un objeto y la satisfacción, la que opera como objetivo o finalidad.
Como existen dentro de los llamados instintos polares, de vida y de muerte, multiplicidad y variedad de manifestaciones, es reconocible también el instinto de poder, el instinto de apropiación, el que junto a los anteriores, se puede encontrar en casi todos los deportes. No deseamos señalar que los deportes son satisfacciones instintuales, así nomás, sino que en todo deporte, existen factores vinculados a lo inconsciente y a lo instintual.
Por algún motivo ya sea intuitivo o racionalmente conocido, nuestros profesores, tutores o religiosos, en un momento de nuestra vida, sobre todo cuando emergen los caracteres secundarios de la sexualidad en el pre-puber o púber, con los “desequilibrios” emocionales consecuentes: nos sugerían, u obligaban ya sea en forma personal o institucional que hiciéramos deportes. De hecho esta derivación de nuestra energía sexual que a esa altura de nuestras vidas, no podía tener más que de hecho, la autosatisfacción; era canalizada vía deportes.
Encontraremos entonces una primera interpretación social del deporte como una forma de canalización de aspectos instintuales socialmente aceptable y valorizada.
No escapa a nuestro conocimiento que, el mismo hecho de poseer un buen estado físico, favorece la imagen que tanto la mujer como el hombre, “ofrecen” los unos a los otros, con el objeto de conseguir su atracción.
Por otro lado y aún más allá de la canalización de la energía sexual anteriormente mencionada y de los aspectos “de superficie” mencionados, el deporte permite múltiples satisfacciones corporales vinculadas a la obtención de poder, con lo cuál aquel instinto de dominación lograría inconscientemente su cometido.
Además, con el cumplimiento de las reglas y normas que regulan la actividad deportiva, también se “cumple”con ordenes y leyes internas que se encuentran en una estructura inconsciente habitualmente reconocida como Super-Yo. Esta instancia regula normativamente casi toda la actividad social y también la interna del individuo e interviene profusamente en todos los actos de la vida, inclusive en aquellos en los que existen estrictas disposiciones para su organización.
El deporte sería una de estas actividades. Es más, es dable reconocer con habitualidad el sentido de aquella frase “la satisfacción del deber cumplido”, tanto en entrenamientos como “a posteriori” cuando se gana. Estos son los dos aspectos que, como dos caras de una misma moneda, operan de consumo, premiando o castigando al individuo acorde con los resultados obtenidos.
El Super-yó elevado a su categoría social, constituirá las bases de un ordenamiento de valores que operará como la Etíca Social, dentro de cual se especificará la Etica del Deporte.
Merece destacarse que, desde esta perspectiva, no solo se obtendrá satisfacción en la estructura de lo inconsciente, ya sea en lo mas profundo (El Ello), sino también en esta instancia denominada Super yó y en el yo. Es decir que la satisfacción obtenida mediante el deporte, es de naturaleza integral y alcanza a varias áreas de la personalidad, incluyendo lo social y los otros ordenes de la vida, lo económico, lo político, lo institucional, etc.
Es así qué se podría inferir que el deporte en tanto es una actividad integral, beneficia a todo el organismo del individuo, y por extensión al grupo y a la comunidad involucrada. Este aspecto integral de la actividad deportiva, puede servir de base, entre otras actividades conexas, para formaciones sociales que por su sana naturaleza satisfagan los principios éticos que sustentan al Bien Común.
Este artículo continuará en futuras ediciones.