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La deportista ciega que es la mejor ciclista de pista del mundo: “No nos tienen que tener lástima”

Majo Quiroga es de San Juan, periodista deportiva y está a punto de disputar el Campeonato Argentino de Pista en Santa Fe. Dice que habla de la ceguera para que se sepa que detrás de una discapacidad hay otras capacidades desarrolladas: “Puedo percibir hasta cuando me miran”, admite la campeona

María José Quiroga habla de su ceguera sin tabúes. Dice que no puede definir a sus mundo como oscuro porque no sabe qué es la oscuridad ni qué la claridad. Ella se guía de otra manera: con la agudeza de los demás sentidos, aquellos que quienes vemos dejamos un poco de lado, y sobre todo usa sus percepciones.

“No soy vidente, solo percibo. No sé ni cómo explicarlo, pero me doy cuenta hasta cuando alguien me mira aunque no vea la cara que me pone”, dice con gracia la deportista de 28 años que está pronta a partir con la delegación de ciclistas de la provincia de San Juan con destino a Santa Fe, donde entre el 1 y 4 de septiembre se disputará el Campeonato Argentino de Pista, el segundo torneo nacional del que participará con el gran deseo de volver a subir al podio.

Además de integrar el seleccionado argentino de ciclismo adaptado, de ser top ten en el ranking mundial de ruta y número 1 en el ranking mundial de pista, Majo es periodista deportiva y trabaja en la Cámara de Diputados de San Juan.

Aunque desde niña le gustó mucho practicar deportes, jamás pensó en competir y cuenta que llegó al ciclismo de casualidad cuando fue a cubrir una competencia y, para experimentarlo aún más, se subió por primera vez a una bicicleta adaptada. “No sabía ni qué era pedalear”, admite mientras termina de empacar sus cosas para partir con su delegación.

Cuando regrese, la mujer que nació prematura, encarará su próximo objetivo: el Mundial de Pista de París, que se llevará a cabo del 20 al 24 de octubre en esa ciudad de Francia.

La historia

Majo nació prematura, con seis meses de gestación, enseguida le diagnosticaron retinopatía, también a su hermano mellizo que murió a las 24 horas de nacido. Nunca pudo ver la belleza del paisaje que la rodea en Albardón, departamento de San Juan del que es oriunda. Pero reconoce los aromas de su lugar, los sonidos que la rodeaban mientras crecía y es capaz de saber por dónde camina por cómo sus pies sienten la tierra.

Así aprendió a vivir la niña que a los seis años perdió a su mamá y quedó bajo los cuidados de su abuela Elba, que vivía en un rancho muy humilde construido de cañas. Allí creció al lado de hermanos, sus tías y sus sobrinos. “Éramos como quince niños”, recuerda y con amor habla de la mujer: “Mi abuela era ama de casa y trabajaba en la cosecha estacional: cuando había papas, comíamos papas todos los días; si había zanahorias, se comía zanahorias y cuando no había nada, no se comía”, dice sin lamentar esa parte de su historia durante la cual la prioridad fueron siempre los más chicos y cuando se formó como persona.

Luego siguió la escuela: primero en una escuela “especial” y a los 8 años ingresó a una escuela privada común. Cursó el secundario en colegio público y allí siempre se sintió cómoda: “Nunca me hicieron sentir diferente”, recuerda la joven que gracias al Mundial de 2006 supo qué carrera quería seguir: Periodismo deportivo porque le gusta el fútbol, es hincha de Boca y de Desamparados de San Juan; también le gustan el hockey sobre césped, el boxeo y el atletismo, deporte que también practicó.