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Hicieron cumbre para dar vida

Bajo una tormenta de nieve y a diez grados bajo cero, seis deportistas trasplantados de cuatro provincias ascendieron al cerro Acay, en Salta, a 5716 metros de altura, para promover la donación de órganos.

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Jairo Julián trabaja en la construcción, con su papá y sus hermanos, en San Salvador de Jujuy. Eso durante la semana. Los viernes a la noche se transforma en músico. No toca ningún instrumento. «Canto y animo», explica, «carnavalitos, huaynos, cosas del norte». También, cada tanto, llega a la cumbre de una montaña. La alcanzó por primera vez a los 11, el 30 de mayo de 1998, el día que celebra como su segundo cumpleaños, cuando recibió un trasplante de hígado. Y volvió a alcanzarla el sábado pasado, cuando en medio de una tormenta de nieve y con una temperatura de diez grados bajo cero alcanzó la cima del Cerro Acay, en Salta, a 5716 metros de altura.

No estuvo solo en su aventura. Seis montañistas trasplantados de cuatro provincias formaron parte de la expedición, que contó con el auspicio del Ministerio de Salud de la Nación a través del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI) y que sirvió no sólo para promover la donación de órganos y dar un mensaje de esperanza a todos los pacientes que están en lista de espera, sino también para difundir los XX Juegos Mundiales para Deportistas Trasplantados, que se realizarán en Mar del Plata en 2015.

Fue un desafío a la altura de estos luchadores. «Tremendo cerro. En enero habíamos hecho el Penitentes, en Mendoza, que está bastante más abajo, a 4350 metros, pero en el Acay hay mucho de acarreo, con tierra blanda, piedras sueltas, como que hacés un paso y retrocedés dos, y así quemás más físico, más piernas», analiza Jairo. Tras cuatro días de aclimatación a la altura y entrenamiento en San Antonio de los Cobres, el grupo partió a las 7 de la mañana del sábado desde la base del cerro, y a las dos horas de ascenso, cerca de los 5000 metros sobre el nivel del mar, María de los Ángeles Cabana, trasplantada renal salteña, decidió retornar por recomendación de los guías y montañistas colaboradores. Agotado y con náuseas, Víctor Frías, trasplantado renal de Tucumán, de 39 años, también por consejo del médico del grupo, emprendió el regreso tras alcanzar los 5400 metros. Hasta allí llegaron otros dos salteños, Sergio Salvatierra y Patricio Tebe. Y fue entonces cuando se desató la tormenta de nieve.

A sus 26 años, Jairo no se desanimó. Pablo Gaiser, pampeano de 42 que celebró ayer, tampoco. Es nefrólogo, pero si le hubieran preguntado a los 17, jamás lo hubiera imaginado. «De hecho, yo quería ser ingeniero, porque me gustaban mucho los números, pero bueno, después de dos años en diálisis y pasar por algunas cirugías, quise entender de qué se trataba mi enfermedad», cuenta. Comenzó a estudiar Medicina, dejó cuando le trasplantaron un riñón –»me lo donó mi mamá», precisa orgulloso– pero después retomó, y al final hizo la especialidad en Nefrología. Casado con Alexandra, padre de Augusto y de Jazmín, hoy trabaja en un centro de diálisis en Santa Rosa, y con 23 años de trasplantado (que festeja cada 28 de mayo), es un apasionado de la montaña. Ya estuvo en el Aconcagua y hasta en el Everest («no intenté la cumbre, no, llegué al campamento base»), y el sábado, pasadas las 14, cuando el viento arreciaba, también decidió juntar fuerzas y seguir trepando.

«Nosotros decimos: aunque llegue uno, llegamos todos», resume la experiencia Pablo. Llegaron dos, él y Jairo, además de un guía, un médico y otros tres montañistas salteños que participaron de la expedición, también organizada por CUCAI Salta y la Asociación Deportistas Trasplantados de la República Argentina (ADETRA). Y por supuesto, con ellos llegaron todos, e hicieron flamear sobre la cumbre dos banderas. Una con la leyenda «Los trasplantados pudieron llegar: doná tus órganos». Otra, la que recuerda que donar es dar vida.

«Fue durísimo, con condiciones climáticas muy difíciles y los síntomas de la altura, 12 horas para subir y bajar. Pero, como decimos los trasplantados, todo lo que cuesta se disfruta más –afirma el médico pampeano–. Yo me siento un privilegiado por poder compartir el montañismo y la difusión de la donación de órganos, y más aún por hacerlo junto a un grupo de personas que han pasado por las mismas circunstancias que yo o que comparten el mismo compromiso. Sólo me gustaría recordarle a la gente que donar órganos es dar vida.» «Y es real. No es sólo un eslogan de campaña –agrega Jairo–. Se comprueba con este tipo de eventos solidarios de difusión. Es muy importante demostrar la buena calidad de vida que puede tener un trasplantado al hacer deportes. Ojalá que mucha gente se sume a este tipo de movidas para concientizar a la sociedad de que sea donante y se informe.»

Ellos demostraron que es posible llegar hasta ahí arriba. El resto debe hacerlo la solidaridad de la población. Por lo pronto, la donación de órganos para trasplantes se ha convertido en una política de Estado. En lo que va del año, se han realizado 1181 trasplantes en todo el país, a partir de 510 donantes reales. En 2012, la Argentina alcanzó una tasa de 15,7 donantes por millón de habitantes, con lo que se mantuvo a la vanguardia en la región en materia de donación de órganos. Hubo un total de 630 donantes reales, que permitieron que 1460 personas recibieran un trasplante de órganos, alcanzando un récord histórico a nivel nacional, con un trasplante cada seis horas. El desafío, con el ejemplo de hazañas como la del cerro Acay, es ir por más.

En 2013

1181 trasplantes ya se realizaron en todo el país, a partir de 510 donantes reales. El año pasado ya se había alcanzado una tasa de 15,7 donantes por millón de habitantes.

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