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Bicicletas diseñadas para capacidades especiales
El arquitecto Fabián Pelleriti fabrica hand bikes, bicicletas para personas como él, que sufrió la amputación bilateral de los miembros inferiores.
Como tantas personas cuando llegan a los 40, Fabián Pelleriti vio que estaba subiendo de peso y lo más amigable para quemar las calorías sobrantes le pareció la bicicleta. Pero en su caso había un detalle para éste o cualquier ejercicio que quisiera hacer: hacía más de 20 años que había perdido las dos piernas en un accidente.
Era esto, también, lo que lo había hecho engordar: aunque desde entonces se movió con prótesis o en silla de ruedas, su estilo de vida –a pesar de que siempre trabajó a tiempo completo en el negocio familiar- propendía al sedentarismo. Y el sobrepeso que esto trae aparejado, de nuevo, no es lo más adecuado para alguien que se desplaza con prótesis.
Lejos de amilanarse por este círculo vicioso, Pelleriti se compró por eBay un triciclo de accionamiento manual, dado que en la Argentina no se fabricaban. “Opté por uno usado porque si no, tenía que gastar de 3 a 4 mil dólares en algo que no sabía si me iba a gustar. Pedí que me lo mandaran a Miami y me lo hice traer desde ahí”, cuenta.
Con ese primer vehículo empezó a entrenarse, en 2003, en el Parque Sarmiento, donde se forma una especie de circuito natural al que van muchos ciclistas. Le sirvió tanto que pronto quiso empezar a hacer otro tipo de movimientos, para trabajar abdominales y dorsales y usar los muñones (su amputación fue sobre las rodillas). “Para hacer fuerza de otra manera, necesitaba cambiarle la forma a la caja de la bicicleta”, dice.
Entonces pudo canalizar sus conocimientos de arquitecto, carrera que estudió y de la que se graduó post-accidente, mientras trabajaba, siguiendo su premisa de “llevar una vida lo más parecida posible a la que hacía antes”. Cuando él estudiaba, en la UBA no existía la carrera de Diseño Industrial; pero Pelleriti siempre había tenido alma de inventor. Por eso, entre otras actividades, fue aeromodelista durante 30 años. También le sirvió su experiencia como joyero: “si puedo soldar un milímetro, puedo soldar una bicicleta”, pensó.
On demand Resultó ser un poco más difícil que soldar. Entre otras cosas, tuvo que reaprender a dibujar –con la computadora y no con el tablero-; pero finalmente en 2006 vio la luz su primera bicicleta adaptada.
Pelleriti se decantó por un sistema parecido al del aeromodelismo: reunir los componentes mecánicos que hacen falta para armar el “kit”, como los ganchos o las cajas pedaleras, que son comunes a todos los modelos. “Con esos componentes armo los diferentes modelos en función del plano que yo dibujo, a mi vez, según la necesidad del cliente”, indica Pelleriti.
Es que Rodamax –tal es su marca- trabaja on demand, porque el requerimiento no es el mismo para un usuario como él que para alguien que sufrió polio, o para un niño, o para un adulto que tiene una discapacidad y quiere hacer mountain bike. Una vez que está diseñado el modelo, Pelleriti aprovecha “la capacidad instalada de diferentes talleres” a los que adoptó como proveedores. El proceso hasta que está lista la bicicleta –o la silla de ruedas de competición, que también diseña y fabrica- lleva de uno a dos meses.
“Yo dibujo el prototipo y hago la coordinación; soy el único que entiende la totalidad del proceso”, explica. “Quiero que los demás se concentren cada uno en lo que sabe hacer, que no se dispersen.” Destaca el buen vínculo que desarrolló con los proveedores de insumos –muchas veces, importadores-, principalmente, tubos de aluminio; pero también específicos de ciclismo. “De cada artículo les compro seis unidades como mínimo, que para mí es como una compra mayorista, para prevenir el desabastecimiento”, dice Pelleriti. DD