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Movilidad y estética: el auge de las bicicleterías de diseño
Montadas como negocios de moda, venden bicicletas y accesorios que parecen más objetos de diseño que medio de transporte.
El asiento de cuero marrón y el cuadro negro. Una cubierta blanca, otra celeste. Incluso, una cadena beige. Esas -y más- combinaciones de colores se pueden elegir en las nuevas bicicleterías que se afianzan en la ciudad, sobre todo en Palermo, y ofrecen modelos de ciclismo urbano para que los porteños se trasladen. Algunos bicicleteros barriales los critican porque sólo brindan servicio técnico a quienes compran sus productos. Otros decidieron sumarse a la tendencia que imponen.
Primero fueron las de barrio, luego las deportivas y de un tiempo a esta parte se sumó una tercera tipología de bicicletería: las de diseño. Montadas como negocios de moda, venden bicicletas y accesorios para un público interesado en la movilidad, pero sobre todo en la estética. El auge de la bicicleta como transporte, pero también como objeto de diseño y señal de vida urbana y sana, creó un nuevo nicho de mercado. «Yo vendo a clientas que compran una bici como se podrían comprar un par de zapatos», señala uno de los nuevos bicicleteros.
La meca de estos locales es la ciclovía de Gorriti, entre Aráoz y Ravignani, en Palermo. Como en una pasarela, el tráfico de esa concurrida arteria es un muestrario de jóvenes que pedalean en bicicletas que parecen más objetos de diseño que medio de transporte.
También hay bicicleterías de diseño en Almagro o Recoleta. Sus dueños venden bicicletas fabricadas por ellos mismos o importadas de Europa, Asia y Estados Unidos. Todos los modelos tienen el mismo objetivo: brindar movilidad y estética.
Las bicicletas urbanas ya son casi un objeto de culto. Cuestan entre $ 6500 y $ 14.000 de base, y a ese precio hay que sumarle otros $ 2000 -como mínimo- de accesorios. Otras versiones más accesibles se encuentran en las bicicleterías tradicionales que decidieron sumarse a la tendencia del diseño y venden rodados estéticos desde $ 3500. En las bicicleterías de diseño, los modelos que más se demandan son los plegables, los de paseo, de estilo holandés y los fixies, que tienen el piñón fijo y la cubierta fina.
Según la Subsecretaría de Tránsito y Transporte porteña, hoy se hacen 180.000 viajes diarios en bicicleta, principalmente por traslados, como una alternativa al transporte público. En 2009 eran unos 30.000, casi todos asociados con actividades recreativas. Como consecuencia de ese aumento, las bicicleterías también se afianzaron en el mercado. Hay, en total, 125 habilitadas, según informaron en la Agencia Gubernamental de Control. La mayoría se encuentra en Almagro y Palermo.
Los clientes de las bicicleterías de diseño son, en su mayoría, porteños de 25 a 50 años que las compran para trasladarse desde sus casas al trabajo, o para pasear, pero no para hacer deporte. Y el dato destacable es que cada vez más mujeres las adquieren: representan el 60% del mercado.
«Nuestros clientes adquieren las bicis como una alternativa para trasladarse. El diseño siempre está presente, pero priorizamos la movilidad por sobre la estética», aclara Eduardo Lestón, uno de los tres dueños de Muvin, una empresa situada en Gorriti al 5000.
Muvin fue creada hace tres años. Allí se fabrican bicicletas y accesorios propios de la marca, pero también importan de Asia, Europa y Estados Unidos. Los rodados que más venden son los plegables y los fixies, que cuestan entre $ 8500 y $ 14.000, de base. «Si querás equiparlas de cero con accesorios, hay que sumar unos $ 2000», agrega Lestón.
En cambio, en el local MonoChrome, situado en Gorriti al 5600, las bicicletas que más se comercializan son las plegables y las de paseo, que cuestan entre $ 6500 y $ 8000.
Burta cuenta que MonoChrome nació en 2009, y que el concepto fue variando. «Arrancamos reciclando bicis viejas en desuso. Como nos dimos cuenta de que hacían falta productos de ciclismo urbano de alta gama, apuntamos ahí. Conseguimos que las fábricas antiguas nos armen los cuadros de siempre. Y así le dimos al cliente la posibilidad de que diseñe su propia bici en la Web o el local«, explica.
Algo parecido le ocurrió a Sofía Del Carril, dueña de Belosophy, situada en Talcahuano 1235, en Recoleta. «Empecé en 2011. Mi marido me quería regalar una bicicleta, pero no encontré ninguna que me guste y me compré una de Londres. Ahí se me ocurrió armarlas en Argentina», explica la mujer, que hoy lleva adelante la empresa junto a su hermana, Estefanía.
Estas tres bicicleterías de diseño sólo les ofrecen servicio técnico a los clientes que compran sus productos, pero no reparan otros modelos. Por eso reciben críticas de algunos bicicleteros barriales que todavía prefieren la modalidad tradicional. «Son como locales de ropa, pero no deberían llamarse bicicleterías. Sé que muchos cobran por usar el aire», dijo Alejandro Gómez, que tiene una bicicletería en Dorrego al 2500.
Fuente: La Nación