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Es la hora de los Juegos

Por tercera vez, la capital británica albergará a la máxima competencia multideportiva; un mundo repleto de grandes figuras

Por tercera vez, la capital británica albergará a la máxima competencia multideportiva; un mundo repleto de grandes figuras, en dos semanas que marcan un antes y un después para los atletas.
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Las últimas tres noches fueron todo ensayo. Pruebas de sonido con Paul McCartney y, cerca de la medianoche, fuegos artificiales que iluminaron Stratford desde el estadio olímpico durante los ajustes finales, para que todo sea perfecto hoy.

Londres se convertirá en la primera ciudad que reciba por tercera vez los Juegos Olímpicos, después de haberlos organizado en 1908 y 1948. Londres no quiere fallar. Londres no se permite fallar. Con más razón después del poco auspicioso comienzo, en la apertura de las competencias, cuando en la presentación del equipo femenino de fútbol de Corea del Norte se mostraron la bandera y el himno de Corea del Sur. El papelón fue publicado sin disimulo en los principales diarios londinenses. No hubo perdón. «La competencia se abrió con un incidente diplomático», escribió The Daily Telegraph. Un durísimo cachetazo para el Comité Organizador, a cargo de Sebastian Coe, que debió pedir disculpas por el error y prometer que no volverá a repetirse.

La cuenta regresiva rumbo a la ceremonia inaugural, que estaba anunciada a las 21 pero comenzaría a las 20.12 de Inglaterra (16.12 en la Argentina), un horario simbólico referente al año, con una preceremonia, que no sólo se vivirá con especial interés en el estadio, con capacidad para 80.000 espectadores, sino también en todo el Olympic Park y en Trafalgar Square, donde miles de personas esperarán la llegada a 0 del countdown clock que se instaló allí simbólicamente justo 500 días antes del comienzo de la fiesta de apertura. Los tickets indican la apertura a las 19.30, con la clara intención de que la gente llegue con anticipación por el caos que será el ingreso.

Tanto fervor olímpico en el ambiente no interfiere, sin embargo, con el natural funcionamiento de la ciudad. Aquel que no está interesado en la oferta deportiva sigue teniendo sus posibilidades turísticas o culturales, como puede leerse en una nota de John Carlin publicada ayer en La Nacion (alturl.com/zm74r). Aunque, claro, hoy todos los ojos estarán puestos en la gran apuesta olímpica.

Tampoco hay una invasión de carteles empapelando la ciudad por la gran cita. Apenas se lucen los anillos en London Bridge, y sólo aquellas estaciones y líneas que conducen a una sede olímpica tienen sencillos carteles indicatorios en color rosa. Aquello que se publicitó hace meses acerca de que las estaciones del Tube (subte) tendrían nombres de deportistas olímpicos fue sólo una idea pretendidamente ingeniosa que incluso se trasladó a un mapa que llegó a los medios, pero no a los andenes. Uno puede ir a Paddington y no verá ninguna mención a Lionel Messi, o a Kentish Town, y tampoco se hará referencia a Manu Ginóbili, como se había contado. Tampoco existen estaciones que se llamen Mascherano, Tevez o Di María, como se dijo.

Si en los últimos días hubo multitudes ingresando en el Olympic Park, hoy será casi imposible moverse por la zona del shopping Westfield. Los ingresos son amplios y ordenados, pero el caudal de gente es impresionante. Es que, además de los afortunados que tengan su ticket para ver el espectáculo, están las zonas libres donde la gente puede acercarse para seguir todo en las pantallas gigantes ubicadas sobre un arroyo, detrás del velódromo.

Yendo a lo deportivo, para la Argentina la historia no promete ser tan fructífera como en las dos últimas citas, en las que se consiguieron cuatro medallas de oro y ocho de bronce. La proyección indica que se estará por debajo de aquellos dos rendimientos, con las Leonas como principales candidatas a subirse al podio, y hasta en eso se refleja su favoritismo con la abanderada Luciana Aymar, que según el programa desfilará en el noveno lugar de la procesión de atletas. El resto son un puñado de esperanzas encabezado por el básquetbol, y con el acompañamiento de Paula Pareto (judo), Sebastián Crismanich (taekwondo) y Cecilia Biagioli (natación). Y la situación se agrava por la ausencia del bicampeón olímpico argentino, el fútbol, que tras ganar en Atenas y en Pekín no logró la clasificación esta vez.

El plano internacional tendrá a Estados Unidos intentando recuperar la cima del medallero, un lugar que hace cuatro años perdió en manos de China. La orientación de los esfuerzos está dirigida a los mismos puntos que en Pekín 2008: atletismo y natación para los norteamericanos; gimnasia y deportes alternativos para los asiáticos. Mientras tanto, aprovechando las ventajas de casa, Gran Bretaña anhela escalar con la fuerza del ciclismo.

En cuanto a las historias individuales, las miradas estarán puestas en tres personajes: el nadador Michael Phelps, que con un par de medallas -tiene 16- alcanzará a la gimnasta soviética Larissa Latynina como máximo ganador de la historia, aunque en su plan está ganar en total un mínimo de seis medallas, con lo que la superaría largamente. De Usain Bolt se espera que vuelva a encontrar el ritmo que lo llevó a ser el mejor velocista del mundo, pese a la amenaza de su compatriota Yohan Blake, y el último es Roger Federer, un mito que quiere su medalla dorada después de volver a tocar el cielo con las manos en Wimbledon. En equipos, el Dream Team, con LeBron James y Kobe Bryant, es otra de las atracciones.

Estas citas son las que marcan un antes y un después en la vida de los atletas, pero también las que permiten vincular más países de los que podría reunir la misma ONU. Permiten que se establezcan récords sorprendentes y promueven un reordenamiento en los deportes, además de conectar países, distancias y culturas. Las que nos hacen conocer cientos de historias de esfuerzo y emoción. La adrenalina de Londres 2012 ya se siente en el aire. Los Juegos están en marcha.

Por Juan Trenado ( Canchallena.com )